Una vez tuve la suerte de trabajar en un teatro, no como
actriz ni nada semejante; era la señora que limpiaba los camerinos. Como las
casualidades no existen, me lo tomé como una experiencia nueva.
El primer día que llegué, era como si ya hubiera estado
allí. Sabía encender todas las luces, todos los pasillos secretos (puertas que
llevaban a los camerinos, para salir al exterior sin ser visto). En los teatros
hay muchísimos espíritus, algunos que quedan atrapados y otros que traen los
actores. Eso sin contar algunos espíritus burlones, y sobre todo, la luz de los
ángeles.
En el tiempo que estuve trabajando, vinieron muchas
compañías teatrales y musicales de diferentes lugares y países. Me encantaba
ver sus ensayos, disfrutaba como una niña, siempre con cuidado de que no me
viera mi jefa. Pero un día llegó una compañía de Madrid. El encargado de luces
me pidió que si me podía quedar más horas cada día para ayudar a limpiar el
escenario, dar luces y pasadizos, pues yo los conocía todos. Así que acepté.
Entraba a las cinco de la mañana y acababa a las diez de la noche. En el
trascurso de este tiempo iba conociendo a todo el personal, era como una
familia. Faltaban diez días para empezar la obra. Todo estaba patas arriba:
cables, luces, accesorios, cuerdas, maquillaje, vestuario, músicos. Había que
tener todos los camerinos perfectos, eran tres plantas. Aunque la tercera, me
comentaron que no la tuviera perfecta porque no iba a venir nadie. Pero en uno
de los camerinos de la tercera planta empecé a ver muchas luces de colores. Así
que limpié ese camerino para alguien muy especial, y puse unas flores.
Al cabo de unos días, el director estaba esperando a la
actriz principal, y mira por dónde, la vio pasar hacia el camerino que yo había
preparado, supongo que le gustaba. Al cabo de un momento, estaba en el
escenario completamente caracterizada.
El director de la compañía me preguntó: “Oiga, señora, ¿ha
visto usted por dónde ha pasado la actriz? ¡Esta mujer me va a volver loco! No
sea nunca actriz, lo que hay que aguantar… Estas divas no sabe uno por dónde
cogerlas”. Él la estaba esperando en la entrada, pues le tenían preparado otro
camerino. De pronto había visto que ella estaba en el escenario, pero no había
llegado a él por ninguno de los accesos. “De veras, ¿no ha visto por dónde ha
llegado al escenario? Porque usted lo sabe. Esta mañana, usted me hizo lo
mismo: yo estaba aquí abajo, desde donde veía los tres accesos para entrar y,
de repente la veo en el escenario hablando con la calavera (que formaba parte
del atrezzo) y diciéndole que no había desayunado por la mala cara que tenía”.
Yo limpiaba cada mañana el escenario, que representaba un cementerio medieval. “¿Cómo
había llegado allí?” Así que se lo expliqué: yo había llegado desde el cuarto
de la limpieza, porque había un acceso directo del que sólo yo tenía la llave,
pero ¿cómo había llegado ella?
De pronto, suena el timbre de la puerta de entrada: era un
asistente con el vestuario de la actriz, que le dijo al director: “Lo siento,
la actriz aún tardará dos horas en llegar, se ha retrasado el avión”. Pero nosotros estábamos viendo a la actriz en
el escenario con su traje medieval. El director exclamó: “Ay, me ha sentado mal
el café…” y me miró a los ojos.
Lo que había pasado es que nosotros dos habíamos conectado
espiritualmente, y habíamos visto en el escenario un espíritu con las facciones
de la actriz, pero que no era ella, sino el personaje auténtico en el que
estaba basada aquella obra. Porque cuando se prepara una obra de teatro, se
convocan a los personajes que la habían vivido, así que a veces no es el actor
que representa un personaje, es el personaje que se apodera del actor. Cuidado,
porque a veces es tan intenso el personaje, que las vibraciones de los dos
seres (el actor y el personaje) se fusionan y el personaje puede apoderarse de
la persona; de ahí los insomnios, sueños y obsesiones que padecen los actores.
Pero otras veces sucede que el actor es el verdadero personaje, y vuelve a
repetir algo que vivió en otra vida. Cuando esto sucede, el escenario se llena
de luz, y es el mayor espectáculo del mundo. Algunos tenemos el privilegio de
verlo. Por cierto, que la actriz llegó dos horas después, con la misma ropa con
que la había visto el director, se fue directa a mi camerino: hizo subir todas
las cosas desde el camerino que le habían preparado.
Por la tarde estaba tomando café en mi descanso, metida en
el sitio del apuntador, y el olor del café llegó hasta el director, que se
sentó en la butaca a mi lado. Me dijo que jamás había visto un espíritu hasta
ese día, aunque los presentía. Me preguntó si tenía el don, y le dije que sí.
Me preguntó si se sufría mucho, y le contesté que sí, sobre todo cuando quieres
a alguien y esa persona quiere a otra que no le conviene, o cuando ves que
alguien va a morir y no puedes ayudarle. Entonces me preguntó que si también
veía el futuro, y cómo iba a ir esa obra. Le dije que iría muy bien porque había
una actriz de primera, y venían a verla a ella. Otros actores también serían
muy famosos, y le di los nombres, que ahora no menciono. Pero para otros sería
sólo una experiencia. Me preguntó cómo lo sabía. Cuando un actor tiene el don,
los ángeles lo rodean, y su luz traspasa todo el escenario. Ya puede ser una
persona sin estudios, como una que haya estudiado interpretación.
El teatro es algo que se lleva en la sangre, el actor hace suya la escena. Debe hacer un cortejo con su público, que es como su amante, y cuando el público conecta con el actor y lo ovaciona, es como un orgasmo. Una vez que lo siente, no puede vivir sin eso. El teatro engancha. “¿Y el cine?”, me preguntó. Lo mismo, pero el orgasmo llega después. Él me dijo que era la primera vez que se lo definían así. Los actores, todos ellos, vibran en un nivel armónico superior al de los demás seres. Por eso ellos tienen la obligación de ayudar a los demás seres del mundo. Porque tienen la capacidad de hacer oír su voz, mucho más que los políticos. Porque cuando suena esa vibración, el mundo es un poco mejor. Yo pediría a todos los actores que en este momento de crisis se involucraran más para ayudar a la humanidad. Ellos tienen la sartén por el mango. Si supieran todos los ángeles que tienen alrededor de ellos, y espíritus de su familia que vienen a verlos…
Los admiro de corazón. Nunca olvidaré el tiempo que estuve en el teatro.
El teatro es algo que se lleva en la sangre, el actor hace suya la escena. Debe hacer un cortejo con su público, que es como su amante, y cuando el público conecta con el actor y lo ovaciona, es como un orgasmo. Una vez que lo siente, no puede vivir sin eso. El teatro engancha. “¿Y el cine?”, me preguntó. Lo mismo, pero el orgasmo llega después. Él me dijo que era la primera vez que se lo definían así. Los actores, todos ellos, vibran en un nivel armónico superior al de los demás seres. Por eso ellos tienen la obligación de ayudar a los demás seres del mundo. Porque tienen la capacidad de hacer oír su voz, mucho más que los políticos. Porque cuando suena esa vibración, el mundo es un poco mejor. Yo pediría a todos los actores que en este momento de crisis se involucraran más para ayudar a la humanidad. Ellos tienen la sartén por el mango. Si supieran todos los ángeles que tienen alrededor de ellos, y espíritus de su familia que vienen a verlos…
Los admiro de corazón. Nunca olvidaré el tiempo que estuve en el teatro.
hola bueno yo estudio teatro y he aprendido muchas cosas alli pero me invade la duda y un poco la inseguridad he sentido el personaje en varias ocaciones pero me da como miedo expresar todo lo que sientoo porque el espiritu puede quedar en tu cuerpo .....pero se siente como si no fueras tu es otra persona yo soy cristiana y no se si estare haciendo mal en prestar mi cuerpo a espiritus entonces no se que me peudas aconsejar y de páso es peligroso depende el personaje xq puedes quedar mal psicologicamente este es mi correo luxdary21@hotmail.com
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